Continúa el juicio a Ilarraz y hoy se hará una inspección en el Seminario

Hoy el juicio al cura Justo José Ilarraz, por los abusos ocurridis en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, tendrá una variante peculiar: no habrá audiencias en el horario habitual de las 9, sino que los debates se trasladarán a la tarde. A las 8.30, se realizará una inspección en el Seminario Arquidiocesano, sobre avenida Don Bosco al 2.500, en la zona del Brete. Esa inspección se hará en dos partes, según determinó el tribunal que conforman los camaristas Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel. Primero irán los tres jueces, los siete querellantes y el defensor Jorge Muñoz, acompañados por los denunciantes. Luego estarán todas las partes, menos las víctimas, junto a Ilarraz. El juicio oral ya lleva dos semanas en las que se escucharon importantes testimonios sobre los abusos que el cura cometía cuando era prefecto de disciplina del Seminario «Nuestra Señora del Cénaculo», tal como denunció en 2012 la Revista ANÁLISIS.
Primero, lo recorrerán los tres jueces; los dos fiscales Álvaro Piérola y Juan Francisco Ramírez Montrull; los siete querellantes -Marcos Rodríguez Allende, Walter Rolandelli, Victoria Halle, Santiago Halle, Lisandro Amavet Milton Urrutia y María Alejandra Pérez-, y el defensor Jorge Muñoz, acompañados por las víctimas denunciantes. En principio, estarán Fabián Schunk, Herán Rausch y Maximiliano Hilarza.

Luego, todas las partes, menos las víctimas, junto al cura Ilarraz harán la misma inspección ocular en el Seminario.

En la etapa de instrucción, y con el primer juez de la causa, Alejandro Grippo, ya se realizó una inspección al Seminario. Fue el 22 de octubre de 2012, a poco más de un mes de la apertura de la causa penal.

De esa primera inspección participaron el juez Grippo -en la causa, luego lo sucedieron Susana María Paola Firpo, primero; y Pablo Zoff, después-, el fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull, y el grupo de abogados querellantes, Marcos Rodríguez Allende, Walter Rolandelli, Marcelo Baridón, Álvaro Piérola y Milton Urrutia. Baridón dejó su lugar de querellante a Rosario Romero, que al asumir como ministra de Gobierno, en 2017, cedió la participación a sus hijos Santiago y Victoria Halle, a quienes se sumó Lisandro Amavet. Piérola, en tanto, también dejó de ser querellante, y ahora es fiscal en la causa.

El procedimiento se inició a las 19 y concluyó una hora después. Incluyó un recorrido por la habitación que ocupó Ilarraz en el primer piso del Seminario, los pabellones donde duermen los pupilos y la capilla del Menor.

No estuvieron solos en el recorrido. Los acompañó el entonces rector del Seminario, Mario Alberto Haller, y, entre otros, el vicario general de la diócesis, Eduardo Tánger, y el abogado de la Curia, Mario Martínez.

También se inspeccionaron los pabellones adonde duermen los alumnos pupilos de primero y segundo año del Seminario Menor, una secundaria confesional orientada al sacerdocio, cuya fisonomía actual es totalmente diferente a como era dos décadas atrás. La principal diferencia es la privacidad que ahora tienen los menores, que duermen en habitaciones compartidas de no más de cuatro camas.

Hoy el Seminario volverá a abrir sus puertas para otra inspección.

Por la tarde, los debates continuarán y se espera el testimonio de Raúl Gustavo Wendler, y de los sacerdotes Alfonso Frank y Hernán Héctor Ramón Quijano, informó Entre Ríos Ahora.

La denuncia periodística 

Una investigación periodística que publicó la Revista ANÁLISIS en septiembre de 2012 hizo temblar a la curia y la sociedad de laicos en Paraná y la zona. Por primera vez, ANÁLISIS daba a conocer los aberrantes abusos cometidos por Ilarraz mientras fue prefecto de Disciplina, una suerte de educador y compañía espiritual y emocional para los niños que se internaban en el Seminario Menor.

“Por lo menos 50 chicos de entre 12 y 14 años, quienes recién empezaban su carrera religiosa, fueron violados entre 1984 y 1992 por el entonces prefecto Justo José Ilarraz, oriundo de la capital entrerriana”, se dijo entonces. “En el ’93 se inició un Juicio Diocesano, donde declararon innumerables jóvenes, que reconocieron las perversidades que les hacía el sacerdote cuando eran apenas niños, pero optaron por ocultarlo. En esto último tuvieron responsabilidades el entonces arzobispo Estanislao Esteban Karlic, al igual que el actual titular, Juan Alberto Puiggari, quien fuera prefecto del Seminario Mayor del establecimiento en esos años. Como castigo, el cura pedófilo fue enviado al Vaticano durante un año. En los últimos tiempos, un grupo de curas, al igual que víctimas y ex seminaristas le reclamaron la expulsión de la Iglesia de Ilarraz -quien cumple funciones en una Parroquia de Monteros (Tucumán)- y la denuncia judicial, pero jamás hubo respuestas”.

“Ninguno tenía más de 12, 13 o 14 años. Eran casi niños. Con cada uno de ellos hizo lo mismo entre 1984 y 1992. Los acariciaba, los bañaba, los besaba en la boca, los masturbaba, los penetraba. Los descubría sexualmente y los condicionaba. Eso que sucedía entre las cuatro paredes de su habitación privada del Seminario o en el baño, no se tenía que enterar nadie. Si alguien traicionaba ese pacto perverso de confidencialidad la iba a pasar mal. Iba a empezar la hora de las represalias y se acababan los privilegios: los caramelos, los chocolatines, la buena comida, la tv o las películas en video que por las noches podían ver en esa habitación, sin pasar frío ni angustias por el cariño interminable del prefecto religioso. “Ustedes deben saber que ahora, nuestra amistad es más grande. A mayor confianza, mayor es el amor y la amistad”, repetía el cura abusador todas las noches.

“Por cada año, casi siempre los elegidos eran cerca de 10. Los cálculos más acotados indican que por lo menos unos 50 chicos fueron abusados en esa década; las estadísticas mayores hablan de cerca de 80. Casi todos los jóvenes eran de la zona de Paraná Campaña, provenientes de familias de campesinos, donde la vocación religiosa suele ser más fuerte. “Siempre existió una relación muy particular entre las familias de la gente de campo de toda esta región con el Seminario de Paraná. Ellos colaboran mucho con la Iglesia y cuando traen a sus hijos, apenas saliendo de la niñez, saben que los dejan en manos de Dios y que de allí saldrán religiosos hechos y derechos, de los que siempre se sentirán orgullosos”, indicó a ANÁLISIS uno de los religiosos. “Lo que nunca midieron fue que allí dentro, en medio de tanta gente con deseos de hacer cosas buenas por la Iglesia y la sociedad, existía un depravado y con cierto poder en ese ámbito”.

Tras estas revelaciones, la Justicia inició de oficio una investigación por la orden del procurador General de la provincia, Jorge García, que concluyó con siete denuncias por abuso y corrupción de menores contra Ilarraz. La pesquisa duró cuatro años y logró acumular prueba que se plasma en unos 12 pesados cuerpos de expedientes. El 17 de agosto de 2016, el juez Pablo Zoff elevó a juicio el caso Ilarraz.

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