El día que Menem torció el poder en Entre Ríos

Por Daniel Enz

Ese 1988 era de mucho nervosismo en Entre Ríos y en particular en el peronismo entrerriano. Jorge Busti había asumido en diciembre de 1987 y de inmediato se encolumnó detrás de la figura de su par bonaerense, Antonio Cafiero, con quien tenía buena relación, como así también con varios de sus funcionarios más cercanos. Pero llegaba la interna del PJ, Cafiero quería ser candidato a presidente de la Nación y su competencia provenía de La Rioja: el gobernador Carlos Menem.

En una primera instancia Busti se declaró prescindente. Menem estuvo en Paraná en los primeros días de mayo del ’88, previo paso por Santa Elena. El pueblo era muy recordado por el riojano: allí fue donde un 2 de julio de 1976, en momentos en que festejaba su cumpleaños, resultó detenido por fuerzas de seguridad e inmediatamente trasladado a Las Lomitas, en Formosa. Menem llegó invitado por el vicegobernador Domingo Rossi, quien un tiempo antes le aseguró, en la Casa de La Rioja en Capital Federal, que iba a apoyarlo en su precandidatura. Cuando Rossi regresó a Paraná, Busti lo llamó urgente a su despacho: «Mirá Dani, si no jugás con nosotros y Cafiero, andá sabiendo que se terminan los negocios que hacés con el frigorífico. Se corta todo», le dijo el concordiense, con tono casi amenazante.

«Allá por 1984 comenzaba otra historia en Entre Ríos, cuando yo lanzaba al compañero, hermano y querido amigo Jorge Busti. Lamento que no estén aquí algunos compañeros, pero sí le agradezco al gobernador la pública prescindencia sobre su personal definición en la interna de nuestro partido», dijo el caudillo de prolongadas patillas, en el discurso pronunciado en un acto que se hizo frente a la Plaza 1° de Mayo de Paraná. Ese día, ni Busti, ni Domingo Daniel Rossi, ni el intendente de Paraná, Mario Moine, se encontraban en la capital entrerriana. Menem acudió a la sede partidaria y únicamente fue recibido por el presidente de la Cámara de Diputados, Orlando Engelmann, y por el secretario general del PJ, Juan Domingo Zacarías, porque el titular del Consejo Provincial, Jorge Heyde, también tenía un compromiso oficial en Capital Federal. Es más: quedó sin usar en la Municipalidad el decreto por el cual se declaraba a Menem huésped de honor, que fue anticipado por nota de Moine a la Junta Promotora del riojano. La actitud de las máximas autoridades de la provincia cayó mal entre los referentes entrerrianos de Menem, representados por Augusto Alasino, Jaime Martínez Garbino, Carlos José Scelzi, Abelardo Félix Pacayut, Eduardo Harispe, Mario Yedro, Fernando Pascual Gan, el diputado provincial Eduardo Ferreyra -de Guardia de Hierro- y el sindicalista Ricardo Vivanco. Previo al acto, en la conferencia de prensa, Menem respondió una pregunta sobre las ausencias. «Lamento que no estén. No creo que esta actitud sea producto de la interna, sino de un hecho casual», indicó.

Un día después llegó a Paraná el cordobés José Manuel de la Sota, compañero de fórmula de Antonio Cafiero. «Más allá de una prescindencia por las obligaciones de gobernar, sentimos que Busti está con Cafiero», dijo. El mandatario prefirió no aparecer con el cordobés; sí lo hicieron Mario Moine y Jorge Heyde.

La prescindencia de Busti no duró mucho tiempo. Cinco días después de la visita de Menem decidió realizar una conferencia de prensa en la sede del PJ donde anunció que apoyaría a Cafiero. Orduna fue el que más incidió, pero también pesaron las sugerencias de los integrantes de la comisión nacional de apoyo a Cafiero compuesta, además, por Carlos Vairetti, José Carlos Ramos, Enrique Cresto, Héctor Maya y Guillermo Presas.

Busti, secundado por varios de esos dirigentes, leyó una carta para explicar su determinación. «Voy a ser el primer entrerriano peronista -dijo- que convoque a la unidad de los justicialistas detrás del candidato ganador, para que sea nuestro presidente en el año 1989. Es necesario remarcar -agregó- que he sido fiel, y lo seguiré siendo hasta el día del acto electoral interno, a mi premisa de prescindencia como gobernador, marcando claramente que la prioridad es gobernar y que en nuestro gobierno conviven compañeros que están con Cafiero y con Menem y ninguno de ellos ha sido molestado o presionado para que cambie su voluntad». Al final de la misiva señaló: «No tengo ninguna duda que Cafiero y De la Sota son lo mejor para el país, para nuestro movimiento y también para los intereses de la provincia de Entre Ríos. Sería más fácil para mi quedarme callado, pero es el momento de hablar».

Los días previos a la interna del 9 de julio se recalentaron y también provocaron algunas tristezas. El primer golpe bajo fue la muerte de Julio César Neri, de 38 años, miembro del Directorio de Vialidad Provincial y enrolado en el scelzismo de Concepción del Uruguay. Neri, que integraba la Junta Promotora Menem presidente, chocó frontalmente a un caballo en la ruta 139, en inmediaciones de Concepción del Uruguay, a bordo de un Ford Falcon del organismo oficial. Participó en Basavilbaso de un acto menemista y retornaba a su ciudad. Lo traicionó la espesa neblina que había esa noche. En el accidente también murió Orlando Sastre, de 38 años, que iba en el coche y era funcionario de la Municipalidad de Concepción del Uruguay e hijo político del intendente Carlos María Scelzi (PJ). El día del velatorio, Menem iba encabezar un acto proselitista que, ante la situación, se suspendió. El riojano llegó hasta la sala mortuoria y permaneció por algunos minutos. Neri fue una de las primeras víctimas de la campaña de Menem, quien con el tiempo sufriría otras desgracias antes de acceder al poder.

Busti se jugó a muerte en la última semana previa a la elección. «Votar a Menem es votar a la patota; a Brito Lima…», decía el entonces gobernador en esos días. Orduna, que era presidente del Consejo Departamental Concordia del PJ, utilizó algo de esa frase. «Debajo de Menem están todos los que fueron derrotados por la Renovación Peronista. Está Rousselot, Brito Lima, el Comando de Organización, Triaca, Cavalieri, Lorenzo Miguel y la gente de Herminio Iglesias. Todo lo que el peronismo dijo que no quiere. Si esa gente ahora está con Menem después va a estar en los Ministerios. ¿Qué futuro tiene el peronismo? Esa no es la renovación por la que tanto luchamos», indicó. La contundencia de las frases provocó malestar, fundamentalmente en Concordia.

Cuando la fórmula Menem-Duhalde logró más del 56 por ciento de los votos en la provincia, los hombres del bustismo sabían que debían prepararse para la embestida. Menem consiguió 44.137 sufragios contra 34.089 de Cafiero-De la Sota. El gobernador bonaerense únicamente ganó en los departamentos La Paz, Villaguay, Victoria, Diamante, Federal, Federación y Feliciano. Alasino consiguió en Concordia una diferencia de 79 votos.

El gobernador entrerriano, por un momento, creyó que se le desmoronaba la estructura porque, apenas conocidos los resultados de las elecciones internas, el Choclo exigió renuncias en el gabinete entrerriano y pidió la incorporación de referentes de su confianza. Era la primera interna que perdía Busti y le estaba costando caro. «Vos sabés muy bien que Menem considera que lo traicionaste», le dijo Alasino en la cara. «El te vino a apoyar en las campañas, como precandidato y como candidato a gobernador, y eso no te lo va a perdonar», le acotó. En verdad, el acto de Busti y Menem en el ’87, fue de los encuentros de mayor masividad que se recuerde en Paraná.

El primero que cayó fue el director de Telecomunicaciones, ingeniero Félix Arias, aunque, en verdad, lo que más se le cuestionaba era su pasado como funcionario de la dictadura militar en la provincia. En Concordia, los menemistas le elevaron un documento al intendente Elbio Bordet (padre de Gustavo Bordet) solicitando las renuncias del ministro de Gobierno, Hernán Orduna y del subsecretario de Cultura, Carlos Cicognini, en razón de «agravios e insultos» en la interna. «No se puede permitir que los propios compañeros hayan sido víctimas de la extorsión, que haya existido un lema tal como que para un cafierista no hay nada peor que un menemista», se expresaba y, a la vez, se consignaba que «la unidad pasa por la grandeza política y el reconocimiento de errores, para que los agravios no vuelvan a ocurrir». La Junta Promotora Menem Presidente elaboró otro documento. Allí se le pedía a Busti «que empiece a gobernar con esfuerzo y claridad en el manejo de la cosa pública», haciéndose hincapié en las formas de conducción en Safra y Santa Elena.

Busti fue lo suficientemente hábil para no perder la manija del poder político. «Nos vamos a encolumnar todos detrás de la figura de Carlos Menem», reiteró una y otra vez, ante cada micrófono periodístico. Pese a las diferencias, logró que Menem participara de un acto en Paraná, frente a la Casa de Gobierno. El riojano llegó acompañado de su esposa Zulema Yoma.

En abril de 1989 Busti colaboró activamente en una idea del padre de Augusto Alasino: la de recorrer en tren buena parte de la provincia, como parte de su campaña. El sistema fue utilizado en 1925 por Alvear; en 1928 por Hipólito Yrigoyen y por el general Perón en 1946. Menem llegó de Posadas (Misiones) y se trasladó en helicóptero hasta el tren que, en casi nueve horas de viaje, pasó por trece pequeñas localidades entrerrianas, recorriendo 350 kilómetros. El convoy contaba con una locomotora y dos vagones, alquilados en trescientos mil australes a la línea General Urquiza de Ferrocarriles Argentinos. Adelante y a los costados el tren tenía los clásicos carteles: Síganme o Menem-Duhalde, la esperanza en marcha. Hubo 210 pasajeros, de los cuales cincuenta eran periodistas nacionales e internacionales. Entre otros se encontraban los apóstoles de Menem y varios de quienes luego serían sus más cercanos colaboradores, como Miguel Angel Vicco, Ramón Hernández o José Luis Manzano. Miles de entrerrianos se volcaron masivamente a los ferrocarriles a saludar al denominado Tren de la esperanza. Cuatro años después, en 1993, ese medio de transporte, el más usado por los habitantes de la provincia, dejó de funcionar. Cada una de las personas que fue a vivar a Menem en su campaña aún se acuerda del presidente y de su madre.

Cuando el candidato riojano se bajó del tren viajó hasta Concordia para participar de un nuevo acto. Antes, realizó algunas visitas sociales: acompañado por el coronel Mohamed Alí Seineldín -oriundo de Concordia- concurrió a la casa de los padres del militar. «Madre, éste va a ser el hombre que salvará al país», dijo Seineldín, según reconoció en febrero de 1998 en un reportaje concedido a la revista Noticias.

Menem logró más de 71.000 votos de diferencia en Entre Ríos en la elección del 14 de mayo. Sumó 291.979 sufragios contra 220.857 del cordobés Eduardo César Angeloz. El Frente Justicialista de Unidad Popular (Frejupo) ganó en todos los distritos entrerrianos. En el departamento Paraná logró una diferencia superior a los 16.000 votos. Busti sabía que el notable consenso de Menem en la provincia le iba a traer otro dolor de cabeza. Busti, en realidad, tuvo que lidiar más con los movimientos de Augusto Alasino en Entre Ríos que con los embates del riñón menemista o del propio presidente. Mario Moine llegó al poder en 1991 -tras ser designado por Busti-, se alió con Domingo Cavallo y trabó una buena relación con Menem. Incluso, el pacto Moine-Alasino, puso a Busti en un segundo plano, al volver nuevamente a la comuna de Concordia. El tiempo fue acomodando las cosas poco a poco y la sangre nunca llegó al río en la relación Provincia-Nación, más allá de ajustes, privatizaciones y costo social para no poca gente. Menem fue prosperidad económica para muchos, de la mano del neoliberalismo, pero también sinónimo de corrupción, de indulto a genocidas, instaló el «todo vale» en la política y la pobreza estructural en la Argentina. Tuvo más aliados políticos (entre ellos el matrimonio Kirchner en Santa Cruz) que detractores y murió sin cumplir la condena judicial que pesaba sobre sus espaldas, amparado en la impunidad de su banca como senador nacional del PJ.

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